El hambre pone en peligro las vidas de más de un millón de niños en Sahel

 

El hambre pone en peligro las vidas de más de un millón de niños en Sahel

 

ONG como Save the Children alertan de la necesidad de actuar cuanto antes para atajar la crisis alimentaria,

provocada por la sequía, el aumento del precio de los alimentos y la inseguridad en países vecinos,

que afecta en total a más de 18 millones de personas.

 

Lo primero que te cuenta Habu es que sus padres y sus cinco hermanos son lo que más quiere en el mundo. “Me encantaría que todos pudiéramos comer, pero no tenemos mucha comida. Tomamos kalou, un couscous tradicional que se prepara con mijo. Nada más. Y nos quedamos con hambre, pero mí padre no tiene dinero para comprar más”. A esta familia de granjeros del sahel nigerino se le han acabado los animales y el hambre lleva un tiempo acompañándoles en su rutina. En su aldea del sur de Tessaoua se estima que el déficit de alimento alcanza el 70%. Como ellos, las familias de las zonas más afectadas de Níger cuentan con tan solo un tercio del dinero y la comida necesarios para sobrevivir. La escasez de cultivos, el aumento del precio de los alimentos y la inseguridad en los países vecinos han sumido a la zona de Sahel en una crisis alimentaria que ya están sufriendo 18 millones de personas. De ellos, más de un millón de niños están en riesgo de sufrir una severa desnutrición.

 

Organizaciones como Save the Children, con la ayuda de la Agencia Española de Cooperación para el Desarrollo (AECID), llevan trabajando en terreno desde que saltaran las primeras alarmas a finales de 2011. La ONG de infancia está presente en Níger, Mali, Mauritania y Burkina Faso trabajando con las comunidades más afectadas, facilitando medios a las familias para que consigan alimento y agua potable y proporcionando atención sanitaria para que le ganen el pulso a la desnutrición. Como hizo Saadou. Su madre, Tshara, ganaba algo de dinero vendiendo mijo en el mercado, pero la última cosecha no fue suficiente para pasar la temporada. Tiene demasiadas bocas que alimentar y la pérdida de dos hijos a las espaldas por culpa del hambre. Cuando vio los síntomas en su hijo de tres años, demasiado familiares, lo llevó a la clínica más cercana. “Creo que ha enfermado porque dejé de darle el pecho cuando me enteré de que estaba embarazada de mi hijo pequeño. No está bien visto en nuestra cultura. Estoy realmente precoupada y no le quiero perder”. La pasta nutricional que se les da a todos los niños en sus condiciones fue un soplo de vida para Saadou. Cuando el personal de Save the Children le visitó 24 horas después había recuperado el habla y volvía a ser un niño inquieto, aún inconsciente de su victoria.

Historias como la de Saadou son la consecuencia última de un problema que viene de lejos. Las sequías son cíclicas y los países del Sahel, de los más pobres del mundo, no llegan a recuperarse entre una y otra. Por eso las organizaciones humanitarias insisten en que para solucionar crisis alimentarias como ésta no vale solo con poner parches, hay que cambiar la realidad. “Esta crisis no es solo una cuestión de falta de alimento o de desnutrición. Para solucionarla hay que trabajar a largo plazo en ámbitos como la protección, la educación o los hábitos higiénicos, para que las familias se recuperen por completo y tengan herramientas que les impidan ser víctimas de próximas crisis”, dice Bárbara Mineo, coordinadora de Acción Humanitaria de Save the Children.

 

Las organizaciones no cejan en sus llamamientos a la comunidad internacional y a los donantes para que aumenten su compromiso. El retraso en la ayuda podría tener consecuencias muy graves si no se actúa a tiempo.